Recuerdo haber leído La Quinta Disciplina de Peter Senge en la universidad y sentir que la cabeza me retumbaba. Fue como una dislocación mental: desde ese momento, hubo estructuras dentro de mí que comenzaron a operar de manera distinta. La idea de los modelos mentales como lentes a través de los cuales percibimos la realidad o incluso el concepto de “compromiso con la verdad” me hacía sentir que existía un espacio donde realmente se podía pensar y gestionar mejor. Definitivamente mejor. Pero claro, había que tomar decisiones para avanzar en esa dirección.

Años más tarde, viendo la película Intensamente, volvió a resonar en mí la idea de los modelos mentales. En una escena (la de la rotura de estructuras mentales de Riley, la protagonista), se me disparó una conexión inesperada: esa sensación de que algo cambia estructuralmente adentro cuando se transforma una forma de ver el mundo.

Creo que, en parte por una estructura cerebral algo “reptiliana” pero negativa —le doy gran importancia al sueño, la alimentación, los buenos estímulos y el equilibrio emocional— he pasado gran parte de mi vida buscando caminos para salir de ese tinte negativo, y encontrar nuevas maneras de pensar. Siempre con la sospecha de que en esas nuevas formas había algo valioso, aunque aún no sepa del todo qué. Hace poco, en esa búsqueda, me crucé con A Thousand Brains, un libro de Jeff Hawkins sobre el cerebro y la inteligencia. Y el impacto fue inmediato, un golpe al mentón. Les quiero contar un poco de qué trata, y volver sobre la idea de modelos mentales y estructuras cerebrales. Quizás, al final del día, encontremos una nueva forma de pensar las organizaciones.


Estructura del balero

¿Qué sabía del cerebro antes de este libro? Básicamente, que había una parte más “reptiliana” o primitiva que manejaba lo instintivo, y otra más evolucionada, pensante. Hawkins lo confirma: hay una zona más ancestral, y sobre ella se asienta el neocórtex, que representa aproximadamente el 70% del volumen total del cerebro.

¿Y cómo está conformado ese neocórtex? Según el libro, se compone de unas 150.000 “columnas corticales” del tamaño de un fideo, que a simple vista son indistinguibles entre sí. Dentro de cada “fideo” hay miles de estructuras del grosor de un cabello. Para dar una idea de escala: en apenas 1 mm³ de tejido cerebral, puede haber cientos de miles de neuronas.

Dicho de otro modo: 150.000 columnas, formadas por millones de “fideos”, compuestas a su vez por miles de millones de “pelos”, y dentro de ellos, neuronas. Neuronas que funcionan más o menos igual en humanos y aves; la diferencia está en la cantidad que tenemos nosotros.

Ahora bien, los estímulos del entorno ingresan, se reparten en el cerebro, algunos se procesan en zonas primitivas, otros se dirigen a partes más evolucionadas o al resto del cuerpo. Estímulo entra, información sale. Hasta ahí, poco novedoso. La cosa cambia cuando alguien se pregunta: ¿cómo piensa el cerebro? ¿Cómo genera inteligencia?

Ahí entra Hawkins, con lo que para mí fue una verdadera novedad. Hasta ahora, no existía una teoría unificada que explicara cómo trabaja el cerebro como sistema. A Thousand Brains plantea un modelo para entender cómo generamos inteligencia.


El cerebro predice (todo)

Una de las ideas fundamentales que propone el libro es que el cerebro —especialmente el neocórtex— predice y planifica todo lo que hacemos. Literalmente todo. Si lo pensamos así: esas 150.000 columnas corticales, cada una con millones de neuronas y conexiones, actúan como predictores del entorno.

Hace poco se publicó una imagen 3D de un solo milímetro cúbico del cerebro de un ratón: encontraron 524 millones de sinapsis. Imaginen lo que eso significa en un cerebro humano. Todo ese entramado está orientado a anticiparse: el cerebro sabe dónde está cada dedo, cada articulación, cada parte del cuerpo en el espacio, y prepara las neuronas milisegundos antes de que algo suceda.

Otra idea clave: el cerebro aprende en movimiento. Gran parte del trabajo del neocórtex consiste en generar mapas mentales (o marcos referenciales) para ubicar objetos y ubicarse uno mismo respecto a ellos. Para hacer esto, necesitamos movernos. ¿Por qué? Porque el aprendizaje entra por los sentidos: cuando tocamos, vemos, olemos. Esa información se analiza y se convierten en mapas que nos ayudan a comprender la realidad. Así, a través de mapas cerebrales y una ubicación precisa de nuestras partes en el espacio, el cerebro construye una representación del mundo.


¿Piensa cada columna?

La pregunta que me surgió fue: ¿cada columna cortical “piensa” por sí sola? ¿Tiene autonomía de interpretación? La respuesta es un rotundo no.

Cada columna tiene la capacidad de generar un marco referencial sobre un aspecto específico, y recibe información parcial: algunas desde el tacto, otras desde la visión, otras desde lo auditivo. Entonces, 150.000 columnas crean marcos referenciales parciales de diferentes aspectos de una misma cosa. Pensemos en una taza: una columna procesa lo visual, otra la temperatura al tacto, otra su ubicación. Cada columna aporta una pieza del rompecabezas.

El punto más interesante es que esto también aplica a conceptos abstractos. Así como entendemos una taza, también podemos representar ideas como democracia, amistad o una organización.


¿Cómo toma decisiones el cerebro?

El libro plantea una nueva teoría: si bien cada columna tiene una parte del mapa, cuando se necesita una decisión o una interpretación unificada, se vota. Así es: las neuronas en sus columnas «votan». Si múltiples columnas están recibiendo distintos estímulos y hay consenso suficiente entre ellas, el cerebro llega a una conclusión: “es una taza”.

Ninguna columna tiene toda la información. Solo actúan cuando se necesita su conocimiento. Esto, en esencia, es cómo funciona la inteligencia distribuida según Hawkins. Y todo esto es solo la primera parte del libro, que recomiendo con entusiasmo. Aquí dejo el link para Kindle.


Organizaciones y cambio de paradigma

La Quinta Disciplina también hablaba de un concepto llamado Metanoia: un cambio profundo de enfoque. A Thousand Brains aporta eso: un cambio de enfoque radical. Me atrevo a pensar un nuevo “marco referencial” para pensar las organizaciones, usando una analogía con las columnas corticales del cerebro.

Propongo algunas ideas:

  • Una organización necesita múltiples receptores y procesadores de información.
  • No es necesario que cada uno sepa lo que hace el resto en detalle.
  • (Aquí el cambio más radical): todos los miembros aceptan que, cuando se los convoca, aportarán su conocimiento, y aceptarán el resultado de la “votación” colectiva en pos de una visión compartida.
  • Existe una visión compartida, no solo como proyección futura (como decía Senge), sino como una comprensión compartida del presente de la organización.
  • Existe liderazgo y jerarquía al momento de decidir.
  • Los marcos referenciales se modifican con el movimiento. Si queremos cambiar, tenemos que movernos.

En otras palabras: si todos estamos alineados en qué somos, qué vemos, y estamos dispuestos a aportar conocimiento para construir un mejor futuro, las organizaciones pueden funcionar mejor.


Un cambio real, en tiempo real

Este cambio de enfoque se da en un momento de transformación para Glowai. En mayo, después de siete años, nos mudamos. Tendremos una oficina propia, un espacio donde sentarnos a pensar estos temas y trabajar en nuestros proyectos. Tal vez este cambio de entorno fue lo que nos llevó a repensar marcos, estructuras y visiones.

Si estás leyendo esto y no nos conocés, somos un estudio de Administración y Finanzas. Trabajamos con una metodología que observa a la organización como un todo. Analizamos, recomendamos y acompañamos la implementación en las áreas necesarias.

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